“En 1960, Valdivia fue sacudida por el terremoto más fuerte jamás registrado. La ciudad quedó en ruinas, y con ella, se extinguió también una antigua tradición: la cerveza artesanal de herencia alemana.”
Décadas más tarde, un ingeniero químico llamado Armin Kunstmann decidió revivir ese legado perdido. Con un libro en la mano, utensilios básicos y la cocina de su casa como laboratorio, comenzó a experimentar junto a su familia. Lo que partió como un pasatiempo en el garaje se transformó en una pasión imparable.
En 1990 nació Kunstmann, una cerveza artesanal que respetaba el Edicto de Pureza alemán. Al año siguiente, Armin ya vendía su primera caja. Desde entonces, la marca no paró de crecer: llegaron nuevas variedades, una microcervecería en Torobayo y la internacionalización, con presencia en varios países de América Latina.